La Escuela Gestalt nace en los años cincuenta. Es en el desarrollo posterior de la disciplina cuando se le dará al crecimiento personal el lugar predominante que tiene en la actualidad.
En España la Gestalt comienza a hacerse presente en los años sesenta y, en el inicio de los ochenta, es cuando el desarrollo personal del terapeuta adquiere un lugar predominante. Dicho lugar necesita un trabajo vivencial que, para los estudiantes de este curso, será desarrollado en las horas presenciales.
En la Gestalt el TODO es más que la suma de sus partes. En la experiencia teórica vivencial que compone este curso se integra el fondo y la figura, el individuo y el grupo, el paciente y el terapeuta, el alumno y el maestro, todos actores en un mismo escenario. Integración que es posible cuando cada parte tiene su lugar en un todo, ya que cada parte es inteligible solo en esa totalidad. La persona es una unidad con la integración de las partes emocional, corporal, mental y espiritual (Perls, 1975), conceptos que nuestros estudiantes irán conociendo a través de los distintos módulos que integran este curso.
La persona con conocimientos gestálticos se ubica como un testigo y un guía. Así, podrá organizar una relación donde a los conocimientos profesionales se le sumen los propios conocimientos vitales, que le confieren más que un puesto de mando, un lugar para acompañar el proceso del individuo al que atiende, sea desde el ámbito de la salud o de la educación. En este sentido, Canevaro (2003) afirma que la persona del terapeuta es más importante que sus competencias en los resultados de la psicoterapia. Si al terapeuta le faltara la actitud de la elaboración de su desarrollo personal, sus resultados serían una colección de instrumentos, y perdería su mayor potencial como terapeuta, quedando bajo la posible influencia de sus propios asuntos sin resolver y corriendo el riesgo de trasladárselos al paciente en su proceso terapéutico.
Ser gestaltista no se restringe a ser terapeuta. De fondo prima, como ya se ha dicho, la adquisición de una actitud vital que será trasladada a la vida cotidiana y a la profesión, si requiere del contacto con otro ser humano.
La relación y el vínculo que se genera en el contacto entre personas aparecen también expuesto en el mito de Quirón (Gallardo, 2013). En la mitología, la lesión de Quirón lo convierte en una metáfora, siendo a través de su propio sufrimiento que puede comprender el sufrimiento de los demás. Representa nuestra propia herida interior que nos hace más compasivos con un sentido real de la experiencia.
Esta corriente que integró no solo a psicólogos, psiquiatras y psicoterapeutas, sino a filósofos, físicos, biólogos, artistas, maestros de espiritualidad, etc., moldeó recursos utilizados para el cambio de la conducta y el desarrollo del potencial humano, y dio lugar a un alto grado de creatividad que desencadenó y apoyó nuevos procedimientos de psicoterapia y de crecimiento personal.
La actitud gestáltica mantiene el contacto con la persona y la situación que ésta plantea en la sesión, sin evadir el riesgo que implica que esos hechos afecten al propio terapeuta como ser humano que es (De Casso, 1981). La conciencia de las propias limitaciones, la sensibilización con respecto a nuestros semejantes, y el aumento de creatividad en el crecimiento personal marcarán las bases para que esa transferencia de información no se convierta en un obstáculo (De Casso, 2013).